¿QUÉ SON LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS?
Nos referimos a alimentos transgénicos como aquellos provenientes de un organismo que se encuentra modificado genéticamente. En la mayoría de los casos, se extrae uno o varios genes de un organismo, se modifican mediante complejas técnicas de ingeniería genética y se reinserta en el mismo ser vivo o en otro diferente con el objetivo de mejorar las características que se encuentran reguladas por ese gen (alteración del color, el sabor y la resistencia a condiciones meteorológicas extremas son algunas de las más comunes). Se puede, incluso, llegar aún más lejos y dotar a un organismo de una cualidad que previamente no poseía (¡existen sandías con forma cuadrada!).
Imaginemos, por ejemplo, que tenemos un negocio basado en la venta de manzanas y que nuestro objetivo es aumentar la producción de fruta. Para ello, obtendremos del manzano exclusivamente los genes implicados en el crecimiento y formación del fruto (en nuestro caso, la manzana) y lo alteraremos de tal manera que tardaremos la mitad del tiempo en obtener una fruta madura.
¿DÓNDE SE PRODUCEN?
Las principales áreas de producción extienden por todo el continente americano llegando hasta España, República Checa, Polonia, Australia, China, La India y algunas regiones de África como Egipto y Sudáfrica. Lo que es más, la superficie destinada a la creación de este te tipo de alimentos se incrementa un 10% cada año.
Algunos de los alimentos transgénicos más comunes que podemos encontrar son los tomates, las patatas, el maíz, la carne, el arroz, el café, el algodón, la soja o el cacao.
¿CÓMO SURGIERON LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS?
Aunque parezca increíble, el ser humano lleva siglos haciendo uso de la biotecnología (o, dicho de otra manera, tecnología aplicada a los procesos biológicos) interviniendo de manera voluntaria y consciente en el proceso de descendencia de muchos animales y plantas. Simplemente con el hecho de mezclar individuos de distintas especies se conseguía que sus descendientes tuvieran características diferentes a las de sus padres, lo que no sucedía, sin embargo, cuando eran cruzados con miembros de su misma especie donde se conservaban las características de sus progenitores. Lo impresionante se encuentra en el uso de los potentes y novedosos instrumentos de hoy en día para esta llevar a cabo estos procesos de alteración genética que, en muchas ocasiones, quedaban limitados debido a la divergencia entre especies que presentaban incompatibilidad sexual.
Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando el famoso monje británico Gregor Mendel cruzó distintas especies de guisantes con el objetivo de demostrar sus hipótesis sobre herencia genética que se empezó a investigar más a fondo acerca de estos alimentos. Además, gracias a los descubrimientos de Franklin, Watson y Crick se comenzó a conocer la estructura el ADN y el funcionamiento del código genético. Por ello, en las últimas décadas, han surgido técnicas de ingeniería genética que permiten manipular el ADN.
¿CÓMO LOS PODEMOS DETECTAR?
En muchas ocasiones, los alimentos que adquirimos no son puramente transgénicos, sino que lo son solo en un pequeño porcentaje. El reglamento vigente obliga a especificar en la etiqueta su presencia cuando el alimento está compuesto, al menos, por un 0.9% de este tipo de productos. No obstante, si eres de las personas a las que no les hace mucha gracia consumir este tipo de alimentos o te gusta saber en todo momento lo que consumes, hay otras formas de averiguar su presencia o ausencia cuando no aparece de forma clara en el etiquetado:
Busca las indicaciones “100% orgánico” o “hecho con ingredientes orgánicos” para saber que se trata de productos del todo naturales.
De igual modo, busca la frase “Sin OGM” (OGM corresponden a las siglas de Organismo Genéticamente Modificado). En este caso, el alimento puede contener productos transgénicos, pero no en un porcentaje mayor al 0.9% mencionado anteriormente.
Otra opción consiste en prestar atención al aspecto del alimento: recuerda que estos poseen características poco comunes como pueden ser una forma perfecta y un tamaño idéntico.
SEGURIDAD DE LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS
Aunque se han realizado diversos estudios para comprobar la seguridad (o inseguridad) alimentaria de este tipo de alimentos, lo cierto es que no se han obtenido resultados determinantes que muestren que supongan un peligro con respecto al consumo humano. No obstante, al tratarse de una novedad, no se conocen los efectos que pudiera tener a largo plazo, lo que pone en entredicho lo referente a su seguridad.
VENTAJAS
Mejor sabor y aumento de la duración de los alimentos en buen estado.
Que los alimentos presenten un color más llamativo capta la atención de los consumidores, por lo que se trata de un truco muy utilizado en el comercio.
A menudo oímos en los medios de comunicación la existencia de sequía o lluvias torrenciales que echan a perder cada año cientos de miles de hectáreas de cultivo. Gracias a esta práctica, se obtiene una mayor resistencia a condiciones medioambientales adversas, pudiendo así contrarrestar las consecuencias del efecto invernadero sobre la producción alimentaria.
Prevención y tratamiento de enfermedades debido a que los alimentos transgénicos cuentan con una más alta cantidad de vitaminas, minerales y aminoácidos esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Además, ¿sabías que la proteína utilizada para combatir la diabetes, denominada insulina, proviene de bacterias transgénicas?
Posibilidad de terminar con las plagas sin renunciar a la cosecha de esa temporada debido a su increíble resistencia a los herbicidas.
Al producirse más cantidad de cierto alimento, se produce la reducción del precio del mismo.
Obtención de productos a partir de materias primas más baratas y abundantes.
Cerca de 800 millones de personas ingieren una cantidad de calorías inferior a la recomendada para mantener un estado de vida saludable. Por ello, los alimentos transgénicos suponen una alternativa contra la infraalimentación mundial.
DESVENTAJAS
Se desconocen sus efectos a largo plazo en la salud humana. A modo de ejemplo, algunas plantas presentan en sus tejidos sustancias toxicas como mecanismos de defensa, por lo que alterar su material genético podría aumentar la producción de esas toxinas que más tarde ingerimos.
Necesidad de herbicidas cada vez más fuertes que provocan un empeoramiento de la calidad del suelo.
Aparición de nuevas alergias debido a la introducción de proteínas en los alimentos.
La ganadería y la agricultura pasan a estar dominadas por las grandes multinacionales encargadas de producir este tipo de alimento, perjudicando con ello a las pequeñas empresas.
Interacciones no deseables o inesperadas con la biodiversidad local.
No todo el mundo se encuentra de acuerdo con la creación de alimentos transgénicos, lo que da lugar a numerosos conflictos de carácter cultural, religioso y ético.
Y tú, ¿Estás a favor o en contra de los alimentos transgénicos? ¿Sientes curiosidad por ellos o, por el contrario, prefieres mentenerte alejado de ellos? Nos encantará leer tu opinión en los comentarios.