A lo largo de la historia, la humanidad ha sufrido grandes epidemias a nivel mundial como la cólera, la peste, la fiebre tiroidea, la tuberculosis y un sinfín de enfermedades infecciosas que se volvieron tan comunes que la mayoría de la población rara vez llegaba a la edad adulta. Las personas, además, se encontraban indefensas ante estas enfermedades que se podían transmitir fácilmente por el hacinamiento, la falta de higiene o la escasez de comida en épocas de malas cosechas que provocaba una gran desnutrición.

Las enfermedades infecciosas pueden ser provocadas por la invasión de diferentes agentes: artrópodos, bacterias, helmintos, hongos, protozoos o virus, siendo las infecciones de tipo bacteriano las más importantes. Este panorama, por supuesto, cambió drásticamente tras el descubrimiento y la comercialización de los antibióticos.

¿QUÉ SON LOS ANTIBIÓTICOS?

Los antibióticos se definen, según la RAE, «una sustancia química capaz de paralizar el desarrollo de ciertos microorganismos patógenos, por su acción bacteriostática, o de causarles la muerte, por su acción bactericida, y que es producida por un ser vivo o fabricada por síntesis«. Es decir, se trata de compuestos cuya finalidad es luchar contra las infecciones bacterianas.

¿CÓMO ACTÚAN LOS ANTIBIÓTICOS? BACTERIAS

Las bacterias son organismos procariotas unicelulares que, aunque difieren en algunas características, todas comparten la presencia de pared celular, ribosomas, encargados de sintetizar sus proteínas, y el ADN. Su modo de reproducción se denomina fisión binaria, en la que el genoma de la célula se replica al completo, y posteriormente se genera un tabique que separa la célula en dos, repartiendo el material genético de forma igualitaria entre ambas células. Al final, las dos se separan.

Existen infinidad de bacterias diferentes, aunque podemos dividirlas en dos subgrupos principales. En primer lugar, encontramos las arqueobacterias, que viven en hábitats extremos debido a su impresionante capacidad para soportar altas (o bajas) temperaturas, concentraciones inusuales de sal, oxígeno, etcétera. Por otro lado, están las eubacterias que viven en el suelo, en el interior de otros seres vivos y en el agua. Estas últimas son, por tanto, las que mayor interés biomédico presentan debido a que son con las que estamos en contacto de manera constante.

Una gran propiedad de los antibióticos es que su alta toxicidad selectiva, lo cual quiere decir que atacan preferiblemente al agente infeccioso antes que al organismo hospedador (cualquier persona o animal al que le hayamos administrado el medicamento).  En general, podemos dividirlos en cuatro grandes grupos según la estructura bacteriana que alteren:

Inhibidores de la síntesis de la pared celular: la pared celular es una estructura rígida que protege y permite a la bacteria soportar grandes presiones osmóticas. Es característica de este tipo de microorganismos, por lo que constituye una diana perfecta para atacarlas (las células humanas, y de organismos eucariotas en general, no cuentan con esta pared). Al impedir que las bacterias fabriquen correctamente esta pared, la célula se rompe y muere. En este grupo entran las famosas penicilinas (amoxicilila y y cefalosporinas, entre otros).

Antimicrobianos que actúan sobre las membranas celulares: suelen ser sustancias muy tóxicas (que también actúan sobre las células de nuestro cuerpo) que alteran la capacidad de la membrana para actuar como barrera selectiva, por lo que cualquier agente puede entrar dentro de la célula. De esta manera nuestro sistema inmunológico son capaces de atacar fácilmente a las bacterias.

Inhibidores de ácidos nucleicos: impiden la síntesis de dichos ácidos (recordemos que el material genético se encuentra compuesto por la unión de los ácidos nucleicos), por lo que evitan que las bacterias puedan replicar su material genético y dividirse. Dentro de este grupo están la rifampicina o las quinolonas.

Inhibidores de la síntesis de proteínas: impiden la síntesis de proteínas, que son las biomoléculas fundamentales que constituyen el interior de las bacterias.

¿BACTERIAS EN NUESTRO INTERIOR?

Efectivamente, vivimos con un total de 48 billones de bacterias repartidas por nuestro organismo, y la suma de todas ellas se conoce como microbioma. Este conjunto, que además pesa alrededor de 2 kilos, es característico de cada persona (podría convertirse en la futura huella dactilar) y situación, ya puede su composición puede verse alterada según la alimentación, el estado de salud, la edad o el lugar de residencia de la persona. La mayoría de ellas se encuentra en el tracto digestivo, concretamente en el colon.

El microbioma interviene en la digestión y el metabolismo, además de contar con funciones defensivas ya que producen antibióticos naturales, disminuyen el alto nivel de colesterol, desactivan contaminantes y sustancias tóxicas, generan sustancias anticancerígenas y, lo más increíble, modulan el envejecimiento. Este conjunto de microbios se ve afectado por varios factores:

El uso incorrecto de antibióticos, que detallaremos más adelante, amenaza nuestro mcrobioma.

La dieta actual está basada en el consumo de poca fibra y de plantas prebióticas. Asimismo, el consumo de comida procesada se ha incrementado, lo que ha propiciado que nuestro interior sea dominado por bacterias propensas a la inflamación.

El aumento del número de cesáreas. El microbioma se forma cuando el bebé cruza el canal vaginal y se «llena» de las bacterias de su madre, que constituyen la primera defensa del pequeño bebé ante el mundo exterior, ya que desempeñan papeles fundamentales en la secreción de hormonas y neurotransmisores. Al faltar estas bacterias, el bebé forma su microbioma de un entorno mucho más agresivo, que es el que encuentra, en la mayoría de los casos, dentro del hospital.

La reducción de horas de lactancia. La leche materna es rica en bifidobacterias que ayudan al bebé a abastecer su microbioma.

Como vemos, la mayoría de las enfermedades relacionadas con el microbioma son provocadas nuestro descuidado estilo de vida.

¿CUÁNDO SE DESCUBRIERON?

Aunque hay constancia que desde la antigüedad se han utilizado extractos medicinales de plantas y hongos con el fin de curar ciertas enfermedades infecciosas, es cierto que no fue hasta 1928 cuando el famoso científico británico Alexander Fleming descubrió accidentalmente la penicilina. Esta casualidad se produjo cuando el inglés dejó unas 50 placas para que creciesen en ellas la bacteria que estaba estudiando en ese momento, el estafilococo.

Sin embargo, al volver a su laboratorio encontró una de esas placas contaminadas con la presencia de un moho en su interior. En lugar de tirar dicha placa a la basura, decidió analizar el moho bajo el microscopio y observó que, alrededor de él, las colonias más cercanas de estafilococos estaban muertas, mientras que las más lejanas se habían reproducido con normalidad. Enseguida notó que el hongo, llamado Penicillium notatum, había liberado algún tipo de sustancia bactericida.

¿CUÁNDO TOMAR ANTIBIÓTICOS?

Es preciso tomar el antibiótico adecuado para cada tipo de infección bacteriana, lo cual será determinado por el médico que examine al paciente. Sin embargo, es importante no tomar este tipo de medicinas cuando tenemos cualquier otro tipo de infección que no sea producida por bacterias, como puede ser el caso de la gripe que es provocada por un virus. Recordemos que los antibióticos atacan directamente la estructura de las bacterias, por lo que no serán efectivos contra otro tipo de microorganismos.

Si tomas un antibiótico cuando tienes una infección viral, este atacará las bacterias de tu organismo, lo que puede provocar que bacterias inofensivas desarrollen propiedades resistentes a los antibióticos, o que sean reemplazadas por bacterias dañinas presentes en el medio ambiente.

La mayoría de los antibióticos cuentan con más de una indicación terapéutica, o dicho de otra forma, un antibiótico es capaz de curar más de una enfermedad. De la misma manera, una enfermedad puede ser curada por antibióticos distintos.

La elección del antibiótico, vía de administración y dosificación, dependerá de su poder antibacteriano, de su capacidad de penetración en los diferentes órganos, de su toxicidad potencial y sobre todo de las características de la enfermedad bacteriana responsable del proceso patológico.

EFECTOS SECUNDARIOS

El principal efecto indeseado de estos medicamentos son las molestias estomacales, tales como diarrea, náuseas y vómitos, aunque podemos encontrar otros.

Diarrea. Recordemos que el lugar donde más bacterias tenemos es en el tracto digestivo, por lo que al perturbar el funcionamiento normal debido a la toma de medicamento se produce un desajuste de la flora intestinal dando lugar a una mala absorción o tolerancia alimentaria.

Candidiasis. Esta infección, provocada por un hongo llamado Candida es frecuente en mujeres que consumen antibióticos debido a que alteran la microbiota vaginal, provocando una reproducción incontrolada de las bacterias que viven allí y da lugar a un flujo de color blanco y sensación de picor.

Reacciones alérgicas.

Alteración de la memoria a largo plazo tras un uso continuado, así como confusión, mareo y debilidad.

RESISTENCIA A ANTIBIÓTICOS

Cuando un antibiótico ya no tiene efecto en una determinada cepa de bacterias, se dice que dichas bacterias son resistente a ese antibiótico. La resistencia a los mismos es uno de los problemas para la salud más preocupantes del mundo y su mal uso es el principal factor que conduce al desarrollo de este hecho. Pero, ¿cómo se forma la resistencia? Bien, la bacteria cambia de una manera (por ejemplo, debido a una mutación) que la hace inmune a la acción del antibiótico o consigue neutralizar su efecto. Tras esto, la bacteria, que contiene la información necesaria para resistir al antibiótico en suADN, puede replicarse y transmitir su valiosa información a su descendencia, creando cada vez más bacterias resistentes.

Existen varias formas de generar resistencia a los antibióticos. Entre ellas encontramos:

Natural: locus natural (región del ADN) permanente en el ADN bacteriano.

Primaria: mutación en el genoma de la bacteria que la hace resistente.

Secundaria: mutaciones espontáneas y selección natural. Sobreviven aquellas que consigan desarrollar mecanismos para combatir los diferentes tipos de antibióticos.

Transferible: intercambio de plásmidos de resistencia entre bacterias. Los plásmidos son estructuras de ADN superenrrolladas que cuentan con su propio material genético y que viven en el interior de las bacterias. Si en su secuencia de ADN se encuentra un gen de resistencia a antibióticos, se expresará y podrá hacer a la bacteria resistente. Por supuesto, el ADN plasmídico también cuenta con la capacidad de replicarse y pasar a las células hijas de la bacteria.

Como vemos, la resistencia a antibióticos constituye un problema para la salud. Es por ello que debemos finalizar el tratamiento con antibióticos aún cuando ya nos sintamos bien, debido a que que, a pesar de haber reducido el número de bacterias patógenas, debemos asegurarnos de que las hemos eliminado todas. De otra manera, aunque se encuentren debilitadas, podrían volver a infectarnos y producir otra gran colonia.

CONSEJOS PARA EL CORRECTO USO DE ANTIBIÓTICOS

El primero, y más importante, toma el antibiótico tal y como lo prescribió tu médico. Nunca te automediques ni incrementes la dosis indicada. También es imprescindible cumplir con los horarios indicados, ya sean cada 6, 8 o 12 horas. Puedes utilizar una alarma para no olvidar tomar una dosis.

Lo siguiente es consumir el medicamento en el tiempo indicado y no abondar su ingesta solo por pensar que ya estás curado. Recuerda que aunque no tengas síntomas, las bacterias pueden continuar en el organismo.

Por último, no debes guardar ni reutilizar los antibióticos.

LOS ANTIBIÓTICOS COMO PREVENCIÓN DE INFECCIONES

Estos medicamentos tienen también alta efectividad si se usan para la profilaxis de infecciones provocadas por organismos específicos. Sin embargo, no existe un antibiótico que pueda utilizarse para prevenir todos los tipos de infecciones causadas por todas las bacterias patógenas que nos rodean.

¿CUÁL ES EL FUTURO DE LOS ANTIBIÓTICOS?

Las constantes inversiones económicas en investigación y desarrollo (I+D) por parte de la industria farmacéutica ha permitido descubrir nuevos antibióticos y perfeccionar los ya existentes. La ampliación de su espectro de acción permite tratar cada vez un número mayor de enfermedades infecciosas. Asimismo, se pretende lograr una simplificación de los regímenes y pautas de tratamiento antibiótico, favoreciendo la comodidad y satisfacción con el mismo y promoviendo su adecuado cumplimiento.

Asimismo, se han establecido tratamientos combinados de dos o más antibióticos que aumentan la capacidad bactericida de dicho tratamiento.

VENTAJAS

Prevención y tratamiento de infecciones bacterianas.

Los antibióticos han reducido el índice de mortalidad debido a enfermedades infecciosas en un 90% a lo largo del siglo XX en los países desarrollados, aumentando con ello la esperanza de vida media de la población en caso 30 años.

Los antibióticos más utilizados en infecciones comunes tienen una alta efectividad, con tasas de curación de los pacientes por encima del 80% en la práctica clínica habitual.

Debido a su eficacia y gran tolerancia, los antibióticos son medicamentos eficientes que evitan el uso innecesario de recursos sanitarios relacionados con complicaciones, recaídas e ingresos hospitalarios. Esto genera gran comodidad en los pacientes.

Actualmente contamos con nueve grandes familias de antibióticos con diferentes formas de administración (muscular, intravenosa, subcutánea, subdérmica, oral, rectal) que proporcionan opciones terapéuticas diversas.

Gracias a las nuevas técnicas para estudiar el ADN se está consiguiendo identificar zonas diana del ADN bacteriano donde nuevos fármacos tienen posibilidades de actuar.

La variedad de antibióticos y vías de administración disponibles ofrecen un arsenal terapéutico dirigido a las enfermedades infecciosas más comunes y permite disponer de tratamientos alternativos en caso de alergia o resistencias.

Podemos observar una fotografía al microscopio óptico de una cepa bacteriana

DESVENTAJAS

Su uso incorrecto genera resistencia a los antibióticos.

Presencia de efectos secundarios indeseados.

Solo tienen efecto sobre bacterias.

No toda la población mundial tiene acceso a ellos (países en vías de desarrollo).

Las enfermedades infecciosas siguen siendo la primera causa de muerte a nivel mundial, produciéndose cada año más de 10 millones de muertes evitables mediante antibióticos cada año.

La resistencia a antibióticos ha causado que existan a día de hoy infecciones incurables incluso con los antibióticos más potentes que existen.

Y tú, ¿has tomado antibióticos alguna vez? ¿Has sufrido algún efecto secundario de los que hemos mencionado? ¿Cuál crees que será su futuro? ¡Cuéntanos tu experiencia en los comentarios!