Se trata de un pensamiento popularmente extendido que los hijos únicos son más solitarios, egoístas e, incluso, narcisistas. Sin embargo, ¿cuánto hay de cierto en estas afirmaciones? Además, también se suele clasificar a los padres de estos niños como sobreprotectores o ansiosos. La media de natalidad en España se encuentra en 1,24 por cada mujer, lo que significa que entre el 30% y el 40% de niños en nuestro país son hijos únicos.
Parece que la familia perfecta actualmente debe estar compuesta por la presencia de dos hijos dentro de una pareja estable ¡y si se consigue la parejita mejor! No obstante, cada vez es más frecuente encontrar familias monoparentales (como suele ser el caso si se es madre joven) o con un número de hijos.
Normalmente los niños que se encuentran solos han tenido que responder en numerosas ocasiones a preguntas como ¿No te aburres? ¿No te sientes solo? O ¿No te gustaría tener un hermanito?, aunque estas palabras van dirigidas al niño, se trata de un reproche que reciben los padres al hacerles sentir que no están haciendo lo mejor por su hijo.
Al parecer estos niños son capaces de desarrollarse de manera normal y, al igual los hijos que cuentan con hermanos, según la educación que le proporcionen sus padres. Hoy en día, en un mundo donde la mujer se encuentra incorporada al mundo laboral de forma plena y, por tanto, no cuenta con el tiempo suficiente como para dedicarse al completo a los hijos y a la casa, muchas familias han decidido reducir el número de hijos que tienen.
Al crecer en un entorno sin hermanos, estos niños tienen menos peleas y se encuentran más tranquilos, lo que también reduce el nivel de estrés de los padres pues no tienen que verse envueltos en la pelea con el papel de mediadores, además de no sentirse culpable por el hecho de que exista un “favorito” entre los hijos como sucede en algunas familias más numerosas.
Otro punto a favor es que los padres conocen mejor a su único hijo, por lo que pueden brindarle todo su apoyo a nivel escolar y educativo, de manera que ayuden a su desarrollo de manera más eficaz que otros niños.
¿PODEMOS MOLDEAR LAS CARACTERÍSTICAS QUE PRESENTA SER HIJO ÚNICO?
Para fomentar, por ejemplo, que aprenda a establecer relaciones de convivencia sanas con otros niños de su edad mediante actividades deportivas y lúdicas será importante que pase tiempo desde pequeño con primos, vecinos del barrio o amigos del colegio.
Hemos de negarle algunas cosas a nuestros hijos para demostrarles que si quieren algo, deberán luchar por ello. Será nuestro deber enseñarle que no pueden tener lo que deseen por el simple hecho de ponerse a llorar para lograrlo. Así, además, aprenderá a tolerar ciertos niveles de frustración que no alcanzará por sí solo al no tener que compartir sus pertenencias con otros niños.
Otro punto a tener en cuenta será establecer normas y obligaciones en función de su edad para que obtenga responsabilidades y se dé cuenta por sí mismo de dónde se encuentran los límites. Será necesario también valorar los pequeños logros que vaya consiguiendo, pues eso aumentará su autoestima, pero sin llegar a un adulamiento excesivo que podría llevar al niño a convertirse en una persona que no sabrá aceptar las críticas en el futuro. Asismismo, será positivo incluirle en las conversaciones de los padres y preguntarle acerca de qué prefiere hacer para promover un clima participativo y que no se sienta desplazado en el hogar.
Tampoco será adecuado resolver sus conflictos y problemas a la hora de interactuar con otros niños. Por ello, debemos enseñarles a romper el hielo y hacer amigos de manera autónoma con el objetivo de que se vuelva más sociable.
VENTAJAS
Los niños que han crecido sin hermanos son menos competitivos, pues nunca han tenido que lidiar con los celos y la rivalidad que se encuentran presentes en la infancia de los demás niños.
Son más creativos, ya que se han visto forzados a desarrollar más su imaginación y crear mundos inventados en los que pasar largos ratos para jugar cuando no podían hacerlo con sus padres, primos, tíos, etcétera.
Tienen una mayor capacidad para establecer relaciones positivas con sus progenitores, estableciendo actitudes de confianza y respeto.
Estos niños cuentan con toda la atención, tiempo y esfuerzo de sus padres, pues no tienen que compartirlo con nadie más, lo que mantiene al alza su autoestima.
Son capaces de desarrollar con mayor velocidad capacidades intelectuales y lingüísticas al estar la mayor parte del tiempo con personas mayores que ellos. Presentan, por tanto, un nivel de madurez elevado a muy temprana edad.
Son más ordenados y responsables debido a que adoptan el mismo modelo de organización de sus padres. Adicionalmente, cuando guarden sus cosas, tendrán la seguridad de que al volver seguirán ahí, sin que nadie se las haya quitado o desordenado.
Al pasar tiempo a solas a la hora de jugar o hacer los deberes, saben adaptarse con más éxito a la soledad.
Cuentan con mayores oportunidades tanto educativas como laborales. Recordemos que el dinero que los padres recaudan para la educación de sus hijos estarán dedicados en este caso a una sola persona.
Tendrán mayor facilidad para ser generosos, ya que no temen que algo no les pueda no ser devuelto jamás y no han tenido que estar defendiendo sus cosas de sus hermanos.
No habrá otros niños alrededor que puedan molestarle o desconcentrarle mientras estudia o hace los deberes, por lo que adquirirá hábitos de estudio estables con mayor facilidad.
Tendrán mayor facilidad para adaptarse a vivir solos.
Contarán con un mayor poder de crítica y observación al haber sido involucrados desde muy temprana edad en el mundo adulto.
DESVENTAJAS
No cuentan con alguien de su edad al lado con el que puedan compartir experiencias ni a quien puedan contar esos problemillas que nos da más apuro compartir con nuestros padres.
Pueden convertirse en personas tímidas e inseguras si sus padres los sobreprotegen demasiado. Puede darse también el caso de que los padres depositen demasiadas expectativas en su único hijo, lo que puede llevar al niño a un estado de estrés y agobio constante provocado por la exigencia autoimpuesta por él mismo de manera inconsciente.
Al encontrarse rodeados exclusivamente de adultos durante su infancia, al llegar al colegio cuentan con menos habilidades sociales que les dificulta relacionarse con los demás niños y tienen un menor grado de empatía, lo que no suele suceder con los hijos múltiples.
Son personas egocéntricas que no pueden entender, en situaciones que no se encuentran en su casa como la guardería, que toda la atención no vaya dirigida exclusivamente para ellos.
Son contrarios a aceptar las ideas de otras personas o a admitir que se han equivocado.
Si desarrollan una dependencia excesiva hacia sus padres pueden tener dificultades a la hora de realizar actividades corrientes fuera de casa como pudiera ser salir de excursión con los compañeros y profesores del colegio.
No tendrán otra persona a la que echarle la culpa cuando cometan un error o rompan algo de la casa sin querer.
Se encontrarán solos cuando sus padres sean mayores o estén enfermos y tengan que cuidar de ellos porque no podrán repartirse las tareas entre varios hermanos.
¿Eres hijo único o conoces a alguien que lo sea? ¿Conocías estos pros y contras sobre ser hijo único? ¡Esperamos tu respuesta!